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Déjalo ya: beneficios de dejar de fumar

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el consumo de tabaco es uno de los principales factores de riesgo de varias enfermedades crónicas, como el cáncer y las enfermedades pulmonares y cardiovasculares. A pesar de ello, su consumo está muy extendido en todo el mundo. Varios países disponen de leyes que restringen la publicidad del tabaco, regulan quién puede comprar y consumir productos del tabaco, y dónde se puede fumar.

Por otro lado, también vemos efectos dañinos en el cuerpo, es común que el fumador tenga constante olor a tabaco, tantos las uñas como dientes tienen tonos más amarillentos y por supuesto que existen enfermedades respiratorias que pueden afectarnos después de años de fumar.

Según PsicologíayMente son muchos los beneficios de dejar de fumar.

Recuperación de ritmo cardíaco y tensión arterial normales

Este efecto es probablemente de los más rápidos en ocurrir, dado que aparece a los veinte minutos del no consumo. También se observa una mejora de la capacidad pulmonar y la circulación ya durante el primer mes, y en ambos casos la mejoría va aumentando con el paso del tiempo hasta poder llegar a la normalidad.

La esperanza de vida vuelve poco a poco a la normalidad

En comparación con un no fumador, alguien con adicción al tabaco va reduciendo su esperanza de vida en función del consumo y del tiempo que hace que empezó a hacerlo. Concretamente, dejarlo antes de los 30 suele implicar una esperanza de vida diez años mayor que quienes continúan haciéndolo, mientras que a los cuarentena la media estaría en nueve, a los cincuenta en seis y a los sesenta en tres.

Se reduce el riesgo de cáncer

Probablemente el cáncer de pulmón es la enfermedad con la que tradicionalmente más se ha relacionado el hecho de fumar. Además de este, otro de los más habituales en fumadores es el de tráquea. Estos y otros como el de vejiga, páncreas o boca van a ver cómo el cese del consumo reduce con el tiempo su probabilidad de aparición disminuyendo a la mitad a los diez años.

Se recupera capacidad pulmonar

Pese a que algunos de los daños no se revertirán jamás, al igual que ocurre con la esperanza de vida, parte de la capacidad pulmonar va recuperándose según van pasando los años sin fumar.

Poco a poco se reduce la típica bronquitis y carrespeo (si bien al principio de dejar el tabaco suele toserse más que antes ya que el cuerpo intenta expulsar la mucosidad de los pulmones), además de aumentar la cantidad de tiempo que puede mantenerse haciendo ejercicio físico. La fatiga suele disminuir a partir del primer mes, en consonancia con la progresiva recuperación de dicha capacidad pulmonar.

Se reduce el riesgo de enfermedad coronaria y cerebrovascular

Otra de las causas de muerte más comunes en fumadores son las enfermedades coronarias, algo que poco a poco se irá reduciendo según pase el tiempo sin consumo. Ya durante el primer año los riesgos se reducen a casi la mitad, y a los quince años sin fumar se calcula que el riesgo de problema coronario es ya semejante al de un no fumador.

Del mismo modo, la probabilidad de accidente cerebrovascular se reduce hasta la normalidad (en un período que puede oscilar entre cinco o diez años en llegar, dependiendo de cada caso). También disminuye el riesgo de que se repitan eventos coronarios.

Mejora el sistema inmune: menor probabilidad de enfermar

Por norma general se ha observado que las personas fumadores tienden a enfermar más a menudo que aquellas que no lo hacen, pudiendo por ejemplo coger diversas infecciones más fácilmente. Y es que el tabaco empeora el funcionamiento del sistema inmune. Según vaya pasando el tiempo sin que el ex fumador consuma, la capacidad de dicho sistema para defenderse de agresiones y elementos nocivos irá aumentando de nuevo hasta la normalidad.

El olfato y el gusto vuelven a la normalidad

Una de las alteraciones que probablemente conozcan quienes fumen es el hecho de que poco a poco van a ir perdiendo facultades en lo referente a la percepción olfativa y gustativa, dado que el sistema nervioso va a ir perdiendo funcionalidad con el consumo. Afortunadamente, con unos pocos días de abstinencia dichos sentidos vuelven a tener un funcionamiento normal.

Disminuye la probabilidad de lesiones, roturas óseas y problemas musculares

Si bien tal vez no es muy conocido, lo cierto es que se ha observado que las personas fumadoras tienen una mayor tendencia a padecer fracturas y roturas óseas o de lesiones musculares, y a su vez suelen tardar más tiempo en recuperarse. Lo mismo ocurre ante lesiones quirúrgicas. Dejar de fumar puede no recuperar las estructuras dañadas, pero sí podrá devolver a la normalidad el ritmo de recuperación de los tejidos.

Menos mareos y cefaleas

Si bien no ocurre en todas las personas, no es infrecuente que fumadores muy habituales puedan padecer mareos y dolores de cabeza provocados por el estrechamiento y aumento de la fragilidad de los vasos sanguíneos del cerebro, así como por la menor cantidad de oxígeno que llega a éste.

Quienes dejan de fumar es probable que inicialmente experimenten un aumento de estos síntomas, pero según se mejoran los niveles de oxígeno que llegan al cerebro dichos problemas se irán reduciendo progresivamente.

Piel y dentadura más sanas

El tabaco también tiene un efecto adverso sobre la piel, generando un envejecimiento prematuro de esta. También la dentadura se ve afectada, favoreciendo la llegada de problemas como el sarro y la piorrea y coloreando los dientes. Si bien en este sentido los problemas que ya hayan aparecido no suelen desaparecer (aunque suele recuperarse el brillo de la piel así como su elasticidad), dejar de fumar evitará que se acentúen.

Un efecto en la economía

Si bien no se trata de un efecto directo sobre la salud, el hecho de dejar de fumar también supone el cese de un gasto habitual y constante, además de cada vez más elevado (según el precio va aumentando).

Fortalecimiento de la autoestima y la autoeficacia

Dejar una adicción como la del tabaco es algo que puede resultar extremadamente duro para quienes la padecen, puesto que tanto su cuerpo como su mente se han acostumbrado a funcionar con dosis constantes de nicotina. Tener éxito a la hora dejarlo, por tanto, requiere de una constancia y fortaleza que en caso de lograrse el objetivo final puede fomentar una mejora de la propia autoestima y confianza en las propias posibilidades.

Beneficios para otros

No sólo la propia salud se ve favorecida por el cese del hábito tabáquico, sino que el entorno cercano habitual también tendrá menor probabilidad de padecer algunos problemas de salud derivadas de su condición de fumador pasivo.

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